El 23 de septiembre de 1947, después de una larga sesión en el Congreso Nacional y con media sanción del Senado, la Ley 13.010 conocida desde entonces como Derechos Políticos de la Mujer vio la luz y le otorgó a la mitad de la población argentina un derecho del que carecía: elegir representantes y ser elegidas como ciudadanas de pleno derecho.
El Movimiento Sufragista Femenino ya tenía más de 50 años en el mundo cuando América recién comenzó a pensar en sumar a las mujeres a la vida política pública, aporte que desde las luchas por la independencia había sido muy activa y hasta decisiva pero siempre en el ámbito de lo privado.
Mientras Argentina transitaba gobiernos democráticos y de facto, la llegada del Movimiento Justicialista y su batalla para integrar sectores postergados como niños, mujeres y ancianos, supo que era imposible seguir siendo igualitario sin la integración de estas últimas que ya eran compañeras de lucha y sujetos activos en la economía como trabajadoras y organizadoras del hogar.
Con la llegada y nueva visión de Evita al espectro social, el presidente Perón terminó de darle forma e impulso al sueño de muchas y el 23 de septiembre de 1947, habiendo quedado “cajoneada” por casi un año, la ley se aprobó. En 1951, miles de mujeres se presentaron a votar por primera vez y el destino quiso que fuera la única para la Abanderada de los Humildes, que fallece al año siguiente.
La gran campaña para conquistar el voto femenino tuvo en Eva Perón una aliada incondicional que hizo uso de la radio para llegar a todos los rincones del país y hasta pidió a la CGT que la acompañara con una manifestación el mismo glorioso 23 de septiembre.
Las mujeres han seguido conquistando espacios pero siguen pidiendo, en este nuevo siglo, igualdad de oportunidades en un mundo que las mira con asombro por todo lo alcanzado.