El 17 de noviembre de 1972 había amanecido gris y la lluvia hacía que la incertidumbre fuera aún mayor. Se esperaba que, por fin, la hazaña se completara después de que otras fallidas dejarán con las manos vacías y los corazones tristes a tanto seguidor que ya no era el del `45 ni del `55 sino una nueva generación más consciente y combativa.
Se pensaba en esa llegada a su patria cruzada por sangre y fuego, con el paso de revueltas como el Mayo Francés y el Cordobazo en el lomo del mundo y de nuestra propia piel, y la necesidad de liderazgo en las riendas de una Argentina que perdía el rumbo con el liberalismo como bandera de ajuste y apertura indiscriminada a la desigualdad.
Perón sabía de su responsabilidad en esa segura última vuelta por su avanzada edad y su enorme capital político para aunar a propios y ajenos en un solo objetivo: volver a hacer grande a la nación.
Desde España llegaban las mejores noticias y en ese vuelo la esperanza crecía. Cientos de miles creían en el milagro y la Providencia los escuchó cuando el avión aterrizó y vieron bajar bajo una lluvia tenue y amigable a Juan Domingo Perón con los brazos en alto junto a nuestro José Ignacio Rucci como garantía de lealtad para seguir escribiendo la historia más esperada.
A 48 años de la lealtad más pura, celebramos el Día del Militante Justicialista honrando nuestras banderas de soberanía política, independencia económica y justicia social.
¡Feliz día compañeros!