Su designación al frente de la Secretaría de Trabajo llevó al maduro Coronel Juan Domingo Perón a tener un trato directo con los trabajadores y sus representantes, a conocer en profundidad sus necesidades y entender su evidente desprotección por parte del estado.
Considerado una amenaza por darle voz a los que no la tenían, fue destituido y encarcelado pero ese pueblo por él que velaba se alzó y lo convirtió en leyenda el 17 de octubre de 1945. El camino en la presidencia comenzó un año después y en ese marco era necesario formalizar y darle una entidad a ese fenómeno que no dejaba de expandirse. La necesidad de organización de todas las fuerzas peronistas, que habían acompañado en la Alianza, debían unificarse en un Partido Único de la Revolución organizando así a todas las fuerzas peronistas. El pedido sólo tenía una condición: no tuviera referencia explícita al líder para que quedara como un legado a las nuevas generaciones.
Así, se encomendó que tras elecciones de 1947, se eligieran representantes para el Congreso Constituyente del Partido y así seleccionar a los convencionales que tendrían como objetivo proponer el nombre del partido, redactar la carta orgánica y designar autoridades nacionales.
Se propuso la denominación Partido Justicialista por recomendación del Dr. Guillermo Staforini, un activo colaborador de Perón en su paso como responsable de la cartera de Trabajo, y que siendo abogado laboral encontró en la palabra justicia el término más apropiado para identificar el sentimiento surgido desde las bases.
Independencia Económica, Justicia Social y Soberanía Política es la tríada surgida de aquella comunión que hoy cumple 74 años y que es un faro para los que honramos el Movimiento Justicialista, sus ideales y sus conquistas.