Se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de nuestro compañero y referente Lorenzo Miguel. Sinónimo de la Unión Obrera Metalúrgica, fue el primero de su familia en nacer en América dada a la inmigración de sus padres desde España. La niñez la recorrió en un barrio alejado del centro luminoso de la ciudad de Buenos Aires como lo era Villa Lugano y fue ese ambiente el que lo cobijó cuando quedó huérfano siendo un pequeño. Ser niño e iniciarse como un aprendiz era muy corriente en aquellos años donde se valoraba mucho que un hombre aprendiera un oficio, que usara sus manos para salir de contratiempos cotidianos y que ese mismo saber le permitiera crear o mejorar los nuevos artefactos que poblaban la vida de los argentinos.
De ser un precoz trabajador de cuanto trabajo se le brindara, porque la necesidad era apremiante en su familia ante la desaparición temprana de su padre, Miguel ingresó a la fábrica Camea donde su liderazgo se manifestó y fue el elegido para representar a sus compañeros frente a una patronal que acarreaba con los obreros modos despectivos y poco humanos. En ese ámbito abrazó la causa peronista siendo parte de la inmensa masa que se desplazó a Plaza de Mayo el 17 de Octubre de 1945.
Los años que siguieron lo encontraron al lado de la causa justicialista, representando a los metalúrgicos desde puestos de conducción en la Confederación General del Trabajo y las 62 Organizaciones. Como la historia nos ha descrito, su lealtad a Perón lo marcó en los tiempos en que las Fuerzas Armadas tomaron el poder siendo el Golpe de 1955 el más significativo para la vida de un joven trabajador que entendió que no se podía ser feliz en soledad, una cita de Leonardo Favio que sintetiza la misión de nuestro querido conductor.

En este día, recordamos sus primeros pasos en la vida y en la defensa de los trabajadores metalúrgicos que marcaron el rumbo de todos nosotros.